divendres, 29 d’abril del 2016

Misión de captura en Tofere.

Por fin el tenaz guerrero Dragnir se encontraba en la ciudad de Tofere. Su rápido caballo marrón le había llevado durante todo el trayecto, cruzando el continente arboral, para llegar a la misteriosa ciudad.
El hogar natal de Dragnir, la ciudad de Ceredian, era tan diferente al entorno que ahora lo rodeaba que el elfo apenas sabia como actuar. Las calles sucias y estrechas estaban agarrotadas de elfos -de todos los rincones del continente- y poseían un tono oscuro y apagado respaldado por los lúgubres edificios de piedra. Un elfo del sur se tropezó con Dragir y casi lo tumba contra el suelo. El elfo de Ceredian estuvo a punto de sacar su peculiar arma pero recordó los consejos de su superior antes de iniciar el viaje: “ Evita problemas en Tofere, es una ciudad peligrosa “

No es que Tofere fuera una ciudad peligrosa en si misma. Muchos elfos vivían allí y su vida era relativamente tranquila. La cuestión es que la mayoría de criminales- prácticamente inexistentes en el continente arboral- se ocultaban en la ciudad. Precisamente por aquella razón Dragnir se encontraba en Tofere; estaba buscando a un elfo que había cometido delitos serios en la ciudad de Ceredian. Dicho elfo se dedicaba a secuestrar a sus semejantes para ofrecersolos a los elfos carnívoros – aunque se desconocía que obtenía él a cambio-.
Algunos elfos malhumorados tropezaron también con Dragnir pero el hábil guerrero permaneció paciente, concentrado en buscar al delincuente. Pese a ser un guerrero experimentado de Ceredian, Dragnir llevaba los ropajes típicos de un elfo errante sin hogar. No quería llamar la atención ni tampoco asustar a su presa.

Cuando Dragnir encontró la posada de la ciudad – un viejo edificio que se caía a trozos- intentó comprar información al dueño del putrefacto lugar. El guerrero le ofreció algunas reliquias que entusiasmaron al viejo posadero. Éste le indicó que el forajido se encontraba en el piso de arriba pero que el no le había dicho nada; a los elfos de Tofere no les gustaban los chivatos.
Dragnir subió las escaleras resbaladizas que llevaban al piso de arriba y cuando estuvo delante de la última puerta del pasillo, la derribó de una potente patada. Después agarró su peculiar arma; un chakram con motivos florales heredado de sus antepasados.
El elfo que había dentro de la habitación se asustó terriblemente y de manera escurridiza se deslizó por la ventana para saltar por unos muros hasta aterrizar en la calle.

Dragnir también salto por la ventana, aunque con menos habilidad, y persiguió al criminal por las calles estrechas. El guerrero empleó todas sus fuerzas en correr, pero los elfos de la calle le impedían el paso adrede. La fuerza de Dragnir no bastó para alejar a los elfos de Torefere que le plantaban cara. Fue entonces cuando decidió hacer uso del maná; entonó unos cánticos y de sus manos empezaron a aparecer llamas que no tardaron en alcanzar un tamaño considerable. Los ciudadanos se apartaron del camino del guerrero, que selanzó de nuevo a la persecución con el camino despejado. Nadie quería enfrentarse a un guerrero con conocimientos de sabio. Cuando Dragnir consideró oportuno, lanzó una llamarada rápida que estalló en la espalda el criminal lanzandólo en el suelo. El guerrero recogió del suelo al elfo y rápidamente se dirigió hacia el establo para coger su caballo y marcharse de la ciudad. Los otros elfos amenazaban a Dragnir pero ninguno se atrevió a hacerle frente.


Finalmente el sabio guerrero Dragnir regresó a Ceredian a lomos de su caballo marrón y el elfo criminal capturado. El camino de regreso fue rápido – o así le pareció al guerrero- que se pasó la gran parte del viaje durmiendo.

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