Por
fin el tenaz guerrero Dragnir se encontraba en la ciudad de Tofere.
Su rápido caballo marrón le había llevado durante todo el
trayecto, cruzando el continente arboral, para llegar a la misteriosa
ciudad.
El
hogar natal de Dragnir, la ciudad de Ceredian, era tan diferente al
entorno que ahora lo rodeaba que el elfo apenas sabia como actuar.
Las calles sucias y estrechas estaban agarrotadas de elfos -de todos
los rincones del continente- y poseían un tono oscuro y apagado
respaldado por los lúgubres edificios de piedra. Un elfo del sur se
tropezó con Dragir y casi lo tumba contra el suelo. El elfo de
Ceredian estuvo a punto de sacar su peculiar arma pero recordó los
consejos de su superior antes de iniciar el viaje: “ Evita
problemas en Tofere, es una ciudad peligrosa “
No
es que Tofere fuera una ciudad peligrosa en si misma. Muchos elfos
vivían allí y su vida era relativamente tranquila. La cuestión es
que la mayoría de criminales- prácticamente inexistentes en el
continente arboral- se ocultaban en la ciudad. Precisamente por
aquella razón Dragnir se encontraba en Tofere; estaba buscando a un
elfo que había cometido delitos serios en la ciudad de Ceredian.
Dicho elfo se dedicaba a secuestrar a sus semejantes para
ofrecersolos a los elfos carnívoros – aunque se desconocía que
obtenía él a cambio-.
Algunos
elfos malhumorados tropezaron también con Dragnir pero el hábil
guerrero permaneció paciente, concentrado en buscar al delincuente.
Pese a ser un guerrero experimentado de Ceredian, Dragnir llevaba los
ropajes típicos de un elfo errante sin hogar. No quería llamar la
atención ni tampoco asustar a su presa.
Cuando
Dragnir encontró la posada de la ciudad – un viejo edificio que se
caía a trozos- intentó comprar información al dueño del
putrefacto lugar. El guerrero le ofreció algunas reliquias que
entusiasmaron al viejo posadero. Éste le indicó que el forajido se
encontraba en el piso de arriba pero que el no le había dicho nada;
a los elfos de Tofere no les gustaban los chivatos.
Dragnir
subió las escaleras resbaladizas que llevaban al piso de arriba y
cuando estuvo delante de la última puerta del pasillo, la derribó
de una potente patada. Después agarró su peculiar arma; un chakram
con motivos florales heredado de sus antepasados.
El
elfo que había dentro de la habitación se asustó terriblemente y
de manera escurridiza se deslizó por la ventana para saltar por
unos muros hasta aterrizar en la calle.
Dragnir
también salto por la ventana, aunque con menos habilidad, y
persiguió al criminal por las calles estrechas. El guerrero empleó
todas sus fuerzas en correr, pero los elfos de la calle le impedían
el paso adrede. La fuerza de Dragnir no bastó para alejar a los
elfos de Torefere que le plantaban cara. Fue entonces cuando decidió
hacer uso del maná; entonó unos cánticos y de sus manos empezaron
a aparecer llamas que no tardaron en alcanzar un tamaño
considerable. Los ciudadanos se apartaron del camino del guerrero,
que selanzó de nuevo a la persecución con el camino despejado.
Nadie quería enfrentarse a un guerrero con conocimientos de sabio.
Cuando Dragnir consideró oportuno, lanzó una llamarada rápida que
estalló en la espalda el criminal lanzandólo en el suelo. El
guerrero recogió del suelo al elfo y rápidamente se dirigió hacia
el establo para coger su caballo y marcharse de la ciudad. Los otros
elfos amenazaban a Dragnir pero ninguno se atrevió a hacerle frente.
Finalmente
el sabio guerrero Dragnir regresó a Ceredian a lomos de su caballo
marrón y el elfo criminal capturado. El camino de regreso fue rápido
– o así le pareció al guerrero- que se pasó la gran parte del
viaje durmiendo.
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